miércoles, 30 de marzo de 2011

Yo te amo.

El es idiota. El es bipolar. Gracioso. Cariñoso. Infantil. Alegre. Detallista. Especial. Quejica. Descuidado. Borde. Imprudente. Aunque a veces cariñoso. Simpático. Dulce. Olvidadizo. Tiene manías que no puedo soportar. Cariñoso. No he contado las veces que me ha dicho te quiero, pero sé que son muchas. Ve lo bello de la vida, donde nadie lo puede ver. Siempre está ahí en todo momento a mi lado. Es la única persona que sabe sacarme de quicio. No me hace falta ser fuerte, él lo es por mí. No permite que llore, él llora por los dos. Ni el cristal más fino se asemeje a lo transparente que puede ser cuando le miro a los ojos. Hizo que mis latidos tuvieran sentido. Por cada lágrima el tiene una palabra para poder callarlas. Él espera nunca abandona. Siempre está ahí en el momento más inesperado y necesario. La primera vez que lo conocí fue cuando me enamoré de él. Aunque no lo admita se preocupa demasiado por todo. Soy orgullosa. Y yo cabezota. Pero si no es con él. Y el conmigo. Que esos latidos se paren porque ya no les encontraría sentido alguno. Que otros le llamen de todas las maneras que existan. Enfermedad. Promiscuidad. Raro. Precioso. Sencillo. Complicado. Difícil. Doloroso. Verdadero. Lamentable. Todas las personas de este planeta lo llamarían de cualquier otra forma. Pero siguen pasando los días. Y sigo sin encontrar la definición exacta de esto. Y no hay nada. Que se pueda definir mejor. La primera vez que lo conocí fue cuando me enamoré de él.
Es inútil intentar que todos lo comprendan, porque nunca fue necesario, explicar un sentimiento, tan pequeño, y a la vez tan grande, solo hace falta sentirlo.

 

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