jueves, 31 de marzo de 2011

Amores de verano.

Los amores de verano terminan por todo tipo de razones, pero al fin y al cabo todos tienen algo en común: son estrellas fugaces. Un espectacular momento de luz celestial, una efímera luz de la eternidad que en un instante se van. 



El resto, ruido blanco.

Todo lo que debes hacer es ponerte los auriculares, tumbarte en el suelo y escuchar el CD de tu vida, pista tras pista, ninguna se puede saltar. Todas han pasado y de una forma u otra servirán para ir hacia delante. No te arrepientas, no te juzgues. Se quien eres, no hay nada mejor para el mundo. Pausa, rewind, play, aún aún y aún más. Nunca detengas tu reproductor, sigue registrando sonidos para lograr explicar el caos que tienes dentro. Y si te sale una lágrima cuando las escuchas, no tengas miedo, es como la lágrima de un fan cuando escucha su canción preferida.

 



Distancia.

Distancia. Palabra definida como el espacio que existe entre dos puntos.
En realidad, a nadie le gusta hablar de la distancia. Muchos dicen que es el olvido. Otros que hace la fuerza y la unión. Otros simplemente, creen que ni siquiera les afectaría. Nadie sabe realmente que significa esa palabra hasta que no la tiene en su boca. Hasta que no pierdes a alguien por culpa de unos kilómetros.
Que al fin y al cabo, son lo que son, distancia. A nadie le gusta estar lejos de quien quiere y menos con miedo a perderlo. Porque aquí no nos vale el típico, “nunca sabes que lo tienes hasta que lo pierdes” vendría mejor un “sabes lo que tienes hasta que llega la distancia y lo pierdes”. Seguramente muchos sabréis de lo que hablo.
Esa sensación, que no se realmente como explicarla. Algo de impotencia y tristeza. Distancia.
Sientes que tu lugar no es en el que estás, que necesitas verle, abrazarle. Te gustaría salir de tu casa y marcar 9 números en tu móvil y decir, “nos vemos en 5 minutos en tu portal”. Pero ¿Por qué no? Siempre es lo mismo, distancia.
Verle cara a cara, no solo escuchar su voz por teléfono. ¿Cuánto darías por tenerle una tarde? No se que duele más que la distancia. No se que es peor, un querer y no poder o un poder y no querer. Nunca entenderé de que sirve la distancia. Pero siempre te queda la esperanza de que algún día, aunque no sepas cuando, dentro de poco, le tendrás cerca, muy cerca, entre tus brazos. Y ahora, os reiréis.
¿De qué? Sí, de la distancia.
Por eso, cuando la gente pregunta ¿Qué es la distancia? Y contestan: espacio que existe entre dos puntos, siempre sonrío.
Si realmente supieras lo que es la distancia, nunca contestarías eso.



miércoles, 30 de marzo de 2011

Un te quiero, un sonrisa.

Te quiero.

¿Cuantos te quieros dices en toda tu vida?
¿Recuerdas alguno en especial?
Hay miles y millones de te quieros, y cada uno de ellos para una persona distinta
Para un padre, para los hermanos, los  abuelos, tu pareja, tus amigos…
Toda aquella gente que te formó, ellos te hicieron como eres ahora, por eso, un te quiero, resume toda una vida.
Todo el calor que has recibido, todo ese cariño, con un abrazo, un beso, una mirada hay esta ese te quiero mas sincero, por eso, en cada foto sonríe, cada vez que recuerdes sonríe, y porque ha sido tu pasado, y si ahora eres feliz, o lo intentas serlo, piensa que llevas mucho años viviendo y no lo hemos hecho tan mal ¿verdad? Sonríe y di te quiero, pero un te quiero diferente al resto, y vuelve a sonreír, da igual si un te quiero es pequeño o grande, porque el sentimiento es el mismo y nunca cambia, ni se transforma en el mismo significado, pero ¿aun así es diferente verdad?





Yo te amo.

El es idiota. El es bipolar. Gracioso. Cariñoso. Infantil. Alegre. Detallista. Especial. Quejica. Descuidado. Borde. Imprudente. Aunque a veces cariñoso. Simpático. Dulce. Olvidadizo. Tiene manías que no puedo soportar. Cariñoso. No he contado las veces que me ha dicho te quiero, pero sé que son muchas. Ve lo bello de la vida, donde nadie lo puede ver. Siempre está ahí en todo momento a mi lado. Es la única persona que sabe sacarme de quicio. No me hace falta ser fuerte, él lo es por mí. No permite que llore, él llora por los dos. Ni el cristal más fino se asemeje a lo transparente que puede ser cuando le miro a los ojos. Hizo que mis latidos tuvieran sentido. Por cada lágrima el tiene una palabra para poder callarlas. Él espera nunca abandona. Siempre está ahí en el momento más inesperado y necesario. La primera vez que lo conocí fue cuando me enamoré de él. Aunque no lo admita se preocupa demasiado por todo. Soy orgullosa. Y yo cabezota. Pero si no es con él. Y el conmigo. Que esos latidos se paren porque ya no les encontraría sentido alguno. Que otros le llamen de todas las maneras que existan. Enfermedad. Promiscuidad. Raro. Precioso. Sencillo. Complicado. Difícil. Doloroso. Verdadero. Lamentable. Todas las personas de este planeta lo llamarían de cualquier otra forma. Pero siguen pasando los días. Y sigo sin encontrar la definición exacta de esto. Y no hay nada. Que se pueda definir mejor. La primera vez que lo conocí fue cuando me enamoré de él.
Es inútil intentar que todos lo comprendan, porque nunca fue necesario, explicar un sentimiento, tan pequeño, y a la vez tan grande, solo hace falta sentirlo.